domingo, 18 de septiembre de 2022

Una historia que emociona y transmite optimismo y alegría.

 

R.T. nació en la región de San (Mali). Hoy cuenta con 28 años y forma parte de una familia compuesta por sus padres y nueve hermanos más. Los padres se ganan la vida como labradores. Desde pequeña ayudaba a su madre en las tareas domésticas a pesar de sus limitaciones físicas. Padece una dolencia en la cadera y rodilla de una de sus piernas que le impiden desarrollar una vida con normalidad. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para caracterizarse por ser una chica alegre, simpática, modesta, nada acomplejada y muy inteligente.

Ser mujer y tener esta deficiencia física le habrían impedido asistir a la escuela, si no hubiera sido por el amor de sus padres, cuya sencilla pero robusta Fe les hace ser personas valientes al desafiar las costumbres del entorno en el que viven. El cariño recibido de sus progenitores permitió a R.T. crecer con gozo, energía e ilusión. Su madre, una mujer experimentada, sabia y conocedora de cuantas trabas tiene este mundo para con las mujeres, y más aún con el hándicap de su hija, sufría al pensar en las pocas posibilidades que la vida le concedería. Con la intención de mentalizarla sobre lo que le iba a tocar vivir, la madre le susurraba con ternura, pero también con mucha sinceridad, lo que este injusto mundo les tiene preparado a las personas con limitaciones. Sin embargo, la pequeña tenía la certeza de que el ser humano es más grande de lo que su madre le decía. Convencida de que hay muchas personas buenas en el mundo le contestaba: << Mama yo he tenido mucha suerte de nacer y de teneros a vosotros como padres. No sólo me permitisteis vivir, sino que además confiáis en mí. Igual que vosotros, en el mundo hay muchos seres buenos y generosos. Si he podido llegar hasta aquí debo continuar. ¡Hay una certeza en mi corazón! Mamá, Dios quiere que a pesar de mi limitación colabore en algo grande>>. A lo que su madre le respondía que era una soñadora y que le tocaría sufrir mucho. La hija mirándola a los ojos (gesto no habitual en su cultura) y le dijo <<no pierdo nada, lo intentaré>>.

 

Con las enormes limitaciones de una estructura sanitaria pobre y de los escasos medios económicos de la familia fue intervenida quirúrgicamente. La pierna derecha quedó para siempre completamente rígida. A pesar de ello era capaz de correr como una pequeña gacela recién nacida en plena primavera. Sus padres pensaban: ¿qué será de nuestra hija?

 

La pequeña llego un día a casa con una luz especial que su joven rostro reflejaba y que pronto su familia entendería. Había decidido irse a Bamako (capital de Mali) a trabajar y ganar lo suficiente para devolverles no sólo lo invertido en su operación, sino también el gasto de los costosos tratamientos.  

Ella les contó que una amiga del poblado se había ido a Bamako; que en el centro social le habían enseñado a hacer muchas cosas, y que gracias a ello pudo encontrar un trabajo de mejor calidad del que tenía anteriormente. Ahora podía disponer de más medios económicos sin tanto esfuerzo. Sus padres se miraban haciendo un ligero gesto negativo con la cabeza… Ella insistió <<lo intentaré>>.

 

Dicho y hecho. Era ya el atardecer cuando llegó al centro de las Religiosas de María Inmaculada (RMI). En una pequeña bolsa de plástico azul llevaba todo su equipaje. Se le dio de cenar, tomó una ducha y cansada pero ilusionada comenzó su sueño.

 

Antes de cantar el gallo comenzó su primer día. Empezó barriendo el patio, continuó limpiando cuanto vio a su alrededor, mientras, en voz baja se repetía <<lo intentaré, lo intentaré>>.

 

Las RMI con cierto recelo y mucha cautela, debido a la limitación física que tenía y sabiendo lo que esto supone para una mujer en África, quisieron darle las tareas más sencillas y de menos esfuerzo, pero ella con su vivo carácter y una privilegiada inteligencia dijo: <<si ella pudo, yo también>>. Se refería a la amiga que le dio la idea de viajar hasta el centro de Religiosas.

 

Tras varios meses en el centro y sin terminar aún su formación conseguimos encontrarle un trabajo. Teníamos el temor de que pudiera ser un fracaso para ella y que le produjese frustración y sufrimiento. Cuál fue nuestra sorpresa cuando unos días más tarde vino contando maravillas sobre el trabajo y los empleadores, que estaban muy contentos con ella y querían que continuase. La responsable del centro se acercó al lugar donde estaba trabajando para verificar lo que R.T. les había contado. Toda la familia le habló de las cualidades de ella, de la predisposición y alegría con la que hacía cualquier tarea que se le pedía. la señora de la casa la casa dijo: <<esta criatura es un Ángel poderoso y bueno que ha venido a Bendecir este hogar>>.

 

Durante varios años continuó trabajando en aquella casa, hasta que los dueños se trasladaron a otra localidad. Después tuvo otros trabajos donde reiteraron las extraordinarias cualidades para atender a niños y mayores, entre otras de sus muchas habilidades.

 

Comenzó con corte y confección y con la ayuda de las RMI inició su formación en Repostería, Cocina y Bordado. Posteriormente le propusimos que trabajara en sustituciones en el tiempo de vacaciones para completar su formación a modo de prácticas. Continuó en el Internado y aprovechó cada oportunidad, cada momento para aprender y crecer en todas las disciplinas y dimensiones personales. Le costaba estudiar, pero con paciencia, esfuerzo y nobleza se dejó llevar por los consejos de las compañeras y de cuantos podían ayudarle. Aprendió el Bambara (lengua local), francés y las diferentes materias de matemáticas, geografía, historia… Todo lo que fuese aprender era una aventura maravillosa para ella.

Su presencia transmite luz allí donde esté. Cuando cuenta algo lo hace con un encanto especial, divertido y alegre.

 

Tiene grandes metas. Ante todo, confía en que en el mundo hay más bueno que malo y que si se siembra lo bueno, lo malo dejará de existir. Personas sencillas, buenas y felices como ella tienen el poder de hacer un mundo mejor. Ella tiene en la cabeza una idea: <<Hay una certeza en mi corazón, Dios quiere que a pesar de mi limitación colabore en algo grande>>.

 

Pasaron los años y en junio del 2020 obtuvo el diploma de los estudios realizados. También accedió al CAP de corte confección y Labores de “capacitación profesional”. A día de hoy sigue formándose en Cocina y Repostería. Para alcanzar un mejor aprovechamiento de los niveles adquiridos y poder acceder a trabajar en equipos de Formación necesita mejorar su francés. La hemos orientado y ella ha aceptado a trasladarse a Burkina Faso donde los niveles de formación son más adecuados y de mayor calidad con diplomas reconocidos a nivel de África Occidental.

 

Su camino apenas acaba de empezar. Con el tiempo descubriremos aquello que la hará grande. Aunque su sola presencia contagia alegría allá donde está, quizás sea esta su grandeza.